BIODANZA EN LOS AÑOS DORADOS
El presente contenido tiene como fin, resaltar la aplicación de la Biodanza geriátrica, para personas de 60 años y más, quienes pueden encontrarse en hogares geriátricos al estar siendo afectadas por diferentes enfermedades o patologías propias del proceso de envejecimiento y/o que se encuentran en instituciones comunitarias. Su aplicación busca que las personas mayores fortalezcan la conexión con la vida independientemente de que sean funcionales y no funcionales, dependientes o no dependientes.
El título de “Biodanza en los años dorados” está relacionado con esta etapa en que la persona mayor es un tesoro, es un regalo preciado de la vida, por lo que ellos y ellas nos han brindado, que emana de lo humano y trascendental, y que solamente lo da el tiempo, la experiencia y su vivencia. Un ejemplo de ello es Rolando Toro, quien, a pesar de su edad y sus condiciones médicas, nos permitió directa e indirectamente conocer, vivenciar y aprender desde su sabiduría, su amor y su ternura, la sacralidad de la vida. El concebir a la persona mayor y a la vejez desde esta posición, merece en sí
un reconocimiento y una validación que nos permite exaltar la vida y nos recuerda a nuestros antepasados y sus enseñanzas, que contemplan un recorrido de experiencias de vida que nos han aportado y nos nutren.
La concepción de mirar a los adultos mayores como personas desde el hacer, hace que se les vaya perdiendo entre comillas “su vigencia”, como un alimento, medicamento o producto. A la luz de una cultura que ve la vejez como la terminación de la vida, esta pérdida de vigencia en ocasiones se encuentra asociada a la pérdida de sus facultades mentales, socioemocionales o físicas. En consecuencia, se olvida y se desestructura un tejido social basado en valores y en la dignidad humana, donde el amor, la ternura, la comprensión y la tolerancia y su sabiduría juegan un papel muy importante. Ligado a lo anterior, vienen las creencias acerca de lo que significa ser persona mayor y que olvidan todo lo que ellos y ellas han podido aportar tanto a la sociedad, a sus familias y a sus nietos. Dicha situación hace que las personas mayores se sientan solas y no reconocidas, se aíslen y los aislen, reduciendo su contacto interpersonal, lo que los lleva a generar sentimientos de soledad, bajo nivel de autoestima y autoconfianza, cuadros de depresión, ansiedad y dificultades para relacionarse.
“Los abuelos no sólo cuidan; son el tronco de la familia extendida, aportan algo que
los padres no siempre vislumbran: pertenencia e identidad”, “Los abuelos nunca mueren, solo se hacen invisibles.”
Ahora desde Biodanza se busca promover un envejecimiento activo en el que se estimule la integración de la persona mayor a la comunidad que le rodea, desde una visión distinta a ser un producto terminado, sino a dignificarlos y promover en ellos la conexión con la vida desde un enfoque biocéntrico. Ello implica la posibilidad de estimular los potenciales tardíos.
Al mismo tiempo, significa reconocerlos y tener la posibilidad de danzar su danza desde el ritmo que tengan en ese momento, siendo un objetivo el de recuperar y desarrollar el SER humano para su vida, desde la perspectiva del Principio biocéntrico.
VITALIDAD
Con la práctica vivencial,se buscó fortalecer su identidad a través de la experiencia de sentirse vivos, de forma que se vivían a sí mismos como una unidad desde su cuerpo con sus emociones y sensaciones, y la conciencia de ser diferentes e integrados. Esto los llevó a fomentar el deseo de vivir independientemente de sus condiciones médicas. Lo anterior les ayudó a estar más tranquilos, más activos, alegres, entusiastas y dormían mejor. Por otra parte, este entusiasmo se les observaba cuando estaban muy pendientes de la clase y el deseo de compartir todos en grupo, mejorando el clima del hogar.
También se observó que su nivel de autonomía y el deseo de pararse era mayor
para compartir danza con otros y desde su capacidad de juego. Se evidenció igualmente, que a pesar de sus enfermedades que padecían, se sentían saludables, manifestaban que se podían moverse y sentir la música en el cuerpo y disfrutarla. Referían: ¡Esto es vivir! y el recordar eventos de su vida les daban sentido para vivir.
AFECTIVIDAD
Las personas mayores pudieron en las sesiones expresar sus emociones de una manera libre y espontánea, incluyendo la recordación de canciones y poemas que cantaban y recitaban. Al mismo tiempo se observó en ellos y entre ellos, mayor tendencia al cuidado y al autocuidado, lo mismo que la necesidad de ser más autónomos, condición indispensable para tener un envejecimiento pleno y saludable, junto con la de los cuidadores. Se vio inclusive la necesidad de estimular la integración grupal y a nivel sensitivo-motora a partir del encuentro con abrazos, el autoacariciamiento de manos
y rostro, y el autoabrazo, el cual fortaleció su identidad y el amor propio. Lo anterior los llevó a que confiaran, disfrutaran y encontraran un sitio para ser ellos y ellas mismas, al sentir, sonreír, cantar y danzar, entre otros, disminuyendo así, el miedo a manifestar su afecto mostrando mayor aceptación de sus limitaciones. En algunas sesiones también participaban los familiares que los venían a visitar y decidían participar. De esta forma, el poder del grupo, se hizo notar, la camaradería y la confianza les permitió expresar sus sentires, reportando disminución en los dolores, aumento de la alegría, y mayor participación al expresar sus opiniones.
RETOS Y LOGROS
El trabajar con biodanza con personas mayores en hogares geriátricos y grupos comunitarios implico en primera instancia romper con la idea acerca de que las personas mayores no podían hacer Biodanza, desde la perspectiva de los directores y personal (enfermeras, auxiliares y cuidadores) que los atendía. Esto hizo que ellos aceptaran una nueva metodología, cambiando el imaginario que tenían al respecto, como fue la dificultad de aceptar músicas diferentes a la que habitualmente estaban acostumbrados a escuchar y sin esperar resultados inmediatos. Ello fue comenzar a danzar con las personas mayores de una manera distinta, especialmente con aquellas que tienen patologías severas, desde el amor y persistencia, y sin esperar nada a cambio, solamente disfrutar.
Otro reto fue el de generar en forma creativa desde la metodología de biodanza, adaptaciones de acuerdo con las características del grupo, sus limitaciones y el hogar, junto con el saber manejar los estilos de autoridad que se dan en algunos de estos centros. De igual manera, significó el saber manejar e involucrar a los cuidadores dentro de los procesos de biodanza, y llegarles tanto a las personas mayores como al personal que los apoyan, con música variada y diferente a la tradicionalmente conocida para que poco a poco la aceptaran y la escucharan con agrado.
LILIANA MÓNICA BERNAL C.